sábado, junio 28, 2008

Haciendo Música

Cuanto más aprendo sobre música más me fascina. Esto es bastante común, supongo que nos pasa a muchos de los que nos hemos embarcado en esta aventura. Pero una de las cosas que más me impresiona y más admiro es la capacidad que tiene el ser humano de hacer música.

Vivimos en una era en la que cada vez más, las máquinas usurpan el papel que les corresponde a las personas a la hora de hacer cosas. Cada vez las máquinas saben hacer más cosas. Esto en principio es bueno porque, bien utilizadas, multiplican la capacidad que tenemos todos para abarcar actividades que de lo contrario escaparían a nuestro alcance. Multiplican nuestras potencialidades, nos hacen más capaces, más poderosos.

El lado oscuro de este progreso se manifiesta cuando descubrimos que día a día nos hacemos más dependientes de ellas para hacer cualquier cosa, incluso las más sencillas. El ejemplo tópico es la calculadora de bolsillo. Sin duda es mucho más rápido y cómodo hacer una división con una calculadora que con lápiz y papel, no digamos ya mentalmente. Sin embargo, a causa de la falta de práctica, a costa de la mayor eficiencia que nos da la calculadora, perdemos con el tiempo la habilidad, la capacidad personal de realizar el cálculo por nosotros mismos (y que tanto esfuerzo nos costó adquirir de pequeños).

Esto, sin duda, nos hace más débiles.

La calculadora ha hecho del calculador, de la persona que calcula, con sus dudas y sus errores, un elemento prescidible en el proceso de obtener un resultado de cálculo.

Siempre me ha gustado la música y siempre la he escuchado activamente. Pero es ahora que estoy aprendiendo a hacer música que empiezo a ser verdaderamente consciente de las dificultades que implica. Inevitablemente, el aprender a escuchar forma parte del aprendizaje, y aprendiendo a escuchar descubro hasta qué punto las máquinas se han adueñado hoy de los escenarios, sobre todo en la música industrial y de gran consumo.

En la gran arrasadora mayoría de los casos se trata de música - no ya reproducida desde una grabación - sino interpretada directamente por máquinas: Es música sin alma.

Ordenadores, samplers y sintetizadores - como la calculadora - han hecho del músico un elemento innecesario en el proceso de hacer música. El caso más extremo, pero absolutamente real, lo ofrece la televisión, donde la práctica totalidad de bandas que se ven acompañando una actuación de la estrella de ventas de turno - siempre en playback - son simples figurantes que no saben ni coger correctamente un instrumento.

Pero ¿es posible la música sin alma?

En los textos, clases y foros de música a menudo me encuentro con un consejo del estilo: "tienes que llegar a conocer tu instrumento hasta el punto de hacer de él una extensión de ti mismo, de manera que dejes de preocuparte por tocar y simplemente, cantes".

Un instrumento no es más que una herramienta y los humanos podemos aprehender el uso de cualquier herramienta y dominarla hasta el punto de asimilarla a nosotros mismos. Podemos hacer abstracción de ella y convertirla en un órgano más de nuestro cuerpo.

Por el contrario ¿puede una máquina asimilar la compleja idiosincrasia de un ser humano, hasta el punto de hacerlo innecesario?

Es la vacilación, la duda, el estado de ánimo, la percepción del momento, la emoción, la oportunidad del error, la sensibilidad ...en definitiva el factor humano del intérprete quien hace de la música lo que es: Una expresión del Alma.

Para hacer música el instrumento, la herramienta, la máquina es prescindible, el Alma no.

jueves, junio 19, 2008

Érase Una Sola Vez

Comentaba en el primer post con el que abría este blog que tenía hechos algunos pinitos en el mundo de la literatura y había la posibilidad de que además de hablar de música y baile, también aprovechara este espacio para sacar algún que otro monstruito narrativo del cajón de las telarañas.

Tal vez no llegue a hacerlo porque mis amigos Amparo y Richard, que tienen una parte importante de responsabilidad en la apertura del Bar Edén, acaban de estrenar un nuevo blog dedicado exclusivamente a la publicación 'on-line' de cuentos cortos y ultracortos (sí, de esos que tardas más en encontrarlos en la página que en leerlos).

Así que en lugar de publicar aquí mis veleidades literarias lo haré directamente en el blog "Érase Una Sola Vez", al que os invito a visitar desde ya mismo.

Hacía lo menos diez años que Pep Bussoms no escribía una sola línea; dejó de hacerlo porque casi siempre se le acababan muriendo los personajes; eso era una putada para ellos y a él le deprimía porque les acababa cogiendo cariño. Pero en todo este tiempo el mundo le ha dado varias vueltas a su vida y me consta que le alegra haber recuperado la costumbre.

Aprovecho para disculparme por todos los días que llevo sin incorporar nuevas entradas tanto aquí como en la agenda, que además se ha pasado un par de semanas caída. Todo se ha debido a problemas severos de conectividad que ya están solucionados, aunque todavía estoy poniendo al día todo el caos que se me ha ido acumulando (aparte de atender a los nuevos compromisos adquiridos).

¡Ea! Un saludo para todos, buen swing y la mejor de las lecturas.